Yo soy rugby ¿y tú?

14993415_10207980235445806_5031162119937487556_nNo hace mucho tiempo que si me preguntabas por mi deporte favorito te contestaba «a mi me gustan todos los deportes, pero el fútbol es mi ojito derecho», pues bien, la historia ha cambiado, y mi respuesta ahora es que si el fútbol es mi ojito derecho, el rugby es mi ojito izquierdo.

Mi interés por este deporte no es ni fruto de la casualidad ni de el bombo que le dan los medios de comunicación. Si tuviera que esperar a que el rugby se hiciera mediático para conocerlo podría seguir siendo tan solo un deporte más para mí, pero la historia real es mucho más bonita que ver un partido en el telediario y sufrir amor a primera vista.

Mi padre jugaba al rugby de joven, un simple dato que, para ser sincera, no trascendió mucho más allá en mi vida, tan solo me sirvió como un dato más para saber que mi padre no sigue corrientes ni modas, que no le gustan las cosas porque la sociedad establece que a los niños les tiene que gustar el fútbol y a las niñas el ballet. Avanzamos en la historia, y llegamos al punto en el que mi hermano, otro a contracorriente de la sociedad, prefiere el rugby, y comienza a jugar hasta convertirlo en una parte importante de su personalidad.

Como podréis deducir, pasó lo que en cualquier familia: tu hermano juega un partido, y vas a verlo, o tu hermano tiene que ir a entrenar y te piden que le lleves, y al final, pues bueno, ya que le tienes que llevar pues te quedas a verlo. Pero la cosa no termina ahí.

Llega tu hermana, y se quiere pasar del patinaje artístico al rugby, cambio radical, y, como su cabezonería es legendaria, se cambia. Entrena y juega mas bien poco, pero no la vuelves a ver encima de unos patines, eso seguro. Durante un par de años, juntando todos estos factores, agitas la coctelera y te sale un creciente interés por este deporte. Me mudo a Madrid, comienzo la universidad, y ¿Que pasa? muchos pensareis que al no tener a mi hermano cerca, el interés se difuminaría… pues todo lo contrario.

Resulta que, para mi alegría, mi facultad cuenta con un equipo de rugby, que el campo está justo detrás de el edificio de la facultad, y que todos los viernes, al salir de grabar mi programa de radio, el equipo está jugando. ¡La jugada perfecta!

Aumenta el interés por el rugby hasta llegar al último nivel. Cuento con la suerte de trabajar para una revista que me permite disfrutar de aquello que me gusta, y, como no podía ser de otra forma, el deporte es una de estas cosas. Llega a mis oídos que la Selección Española de Rugby jugará aquí, en Madrid, en el campo de mi universidad, y que puedo cubrir el evento. ¡Nada me pone más feliz! Os prometo que nunca había cubierto un evento con las ganas con las que cubrí ese.

Llegó el día D y lo disfruté como una enana. Disfruté de ejercer mi profesión haciendo una de las cosas que más me gustan, disfruté del partido, disfruté del ambiente y de ver el campo lleno para algo que no era un partido de fútbol, y no me malinterpretéis, me sigue gustando el fútbol como a la que más, pero me parece que es injusto que unos deportes cuenten tan poco mientras otros están extremadamente sobrevalorados. Pude disfrutar de entrevistar a los jugadores, de hacerme fotos con ellos y de asistir a la rueda de prensa. Y lo mejor de todo, es que solo ha sido la primera de muchas.

Hoy he querido compartir esta historia con vosotros porque quiero animaros a descubrir lo diferente. Entra en Internet, escoge un deporte «minoritario», y sumérgete en el, comienza a conocerlo, y enamórate. Esta es mi historia con el rugby, una historia de amor de las buenas, de las de verdad: esas que empiezan como un pequeño garabato en una libreta, pero termina por convertirse en la mejor obra de arte de la historia.

Un comentario

  1. David Vega · febrero 1, 2017

    Precioso artículo con un gran impulso a este deporte tan increíble y respetuoso que quien no lo conoce se asombra al conócerlo

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