Att. 2020

31 de diciembre de 2020. 

Hace exactamente un año, esperaba que los 365 días que me quedaban por delante fueran mucho más diferentes de lo que finalmente han sido. El 31 de diciembre de 2019 dejaba atrás un año que, para bien o para mal, había traído muchos cambios a mi vida. Dejaba atrás la vida estudiantil para incorporarme a la laboral, volvía a casa, me despedía de una de las personas que más he querido en esta vida… sin duda, 2019 había sido un año de cerrar unas etapas para abrir otras nuevas, un año de cambios. 

Miraba al 2020 con ilusión, esperaba que fuese “mi año”. Qué estúpido me suena ese tópico ahora mirándolo con perspectiva. ¿Cómo podemos esperar que todo un año, con toda su magnitud, sea “el año” que marque toda nuestra existencia? ¿Acaso tan solo podemos tener un año bueno en nuestra vida? Prefiero pensar que son momentos clave los que determinan si un año ha sido bueno o malo, pero nunca diré que X año ha sido “mi año”, porque espero que siempre vengan cosas mejores, que me hagan cambiar, crecer, desarrollarme como persona. Por todo eso creo que, a pesar de todo, no puedo definir el 2020 como un mal año.

Claro que ha sido un año marcado por esta pandemia, que ya me tiene negra. Odio que el covid haya sido el timón que maneje nuestra vida durante tanto tiempo. Está ahí, y no se puede ignorar. Y por supuesto, hay determinadas normas que todos debemos cumplir por el bien común, pero detesto que la mayor parte de las conversaciones, las noticias, los deseos y los modos de vida hayan girado en torno a esta pandemia. Ha llegado el punto en el que prefiero hablar del tiempo antes que del covid. Me produce agotamiento mental. 

Pero creo que detrás del 2020 y su pandemia, también ha habido muchas cosas positivas. En lo personal, puedo decir que me he pasado la mayor parte del año trabajando, algo que considero una suerte en los tiempos que corren. He pasado más tiempo con mi familia que nunca, y creedme que tras vivir fuera de casa durante cuatro años, y sin tener la certeza de dónde iba a acabar, ha sido todo un regalo. He redescubierto no sólo las videollamadas, que nos han hecho socializar y desarrollar nuestra inventiva, sino también las llamadas telefónicas. Qué pena me da que el contacto “directo”, de voz a voz, se pierda detrás de cuatro mensajes. 

Hemos vivido un verano en el que, la mayoría, hemos redescubierto nuestro país como un destino vacacional tan digno como cualquier otro, e incluso algunos de nosotros sin ni siquiera tener que salir de nuestra autonomía. Me atrevería incluso a decir que ha sido uno de los veranos que más hemos disfrutado, tan solo por el hecho de haber pasado los meses previos encerrados en casa. Y es que este 2020 también me ha hecho ver lo mejor de la sociedad. También lo peor, para que mentir, pero me da mucha esperanza ver como la gran mayoría de nosotros nos hemos unido para apoyarnos, ayudarnos, animarnos y cuidarnos. Hemos creado comunidad en el mejor sentido de la palabra, y este año, al menos para mi, se quedará en mi memoria por esto. 

Seguro que estas palabras que escribo a algunos les hará ver el 2020 desde otra perspectiva, pero también habrá quienes, por desgracia, hayan tenido que despedir a un ser querido, o en algunos casos a más de uno, de una manera que no era la que esperaban, o han tenido que hacerlo de forma anticipada. Claro que este año ha estado lleno de lágrimas en solitario y abrazos que no se han podido dar, pero espero que desde aquí os llegue a todos vosotros ese abrazo, bien fuerte y apretado, que os transmita, sobre todo, esperanza de cara a 2021. 

Y, por fin, te toca a ti, 2021, llegar y arrasar con todo. Contigo, y con la inestimable ayuda de la vacuna, esperamos que regresen los besos, los abrazos, las cenas con amigos, los conciertos, los teatros. Las cañas en una terraza al sol, las playas a rebosar, el turismo. Las compras, los viajes, las citas. Las fiestas que no hemos tenido. Las películas que no hemos visto en el cine. La gente que no hemos llegado a conocer. El trabajo que nos dará de comer. El futuro, lleno de esperanza y de ilusión. Sin mascarillas ni distancias de seguridad. 

Seguramente todo esto no suceda mañana, tengo claro que el cambio de hoja en el calendario no es la varita mágica del hada madrina, y todas las medidas de seguridad son pocas aún mientras la mayoría de la población no esté protegida ante el covid. Pero quién sabe si, dentro de 365 días, podremos estar disfrutando de una cerveza con amigos o familia, y recordando esas anécdotas de cómo fueron nuestras navidades pasadas, en solitario, y sin los churros con chocolate a las ocho de la mañana. Si hay algo que está claro es eso….nunca España se irá a dormir tan pronto en una Nochevieja. 

Bienvenido 2021. Te esperamos con ganas.

“Las mejores cosas de la vida están al otro lado de tu miedo máximo”

Esta semana he decidido crearme un canal de YouTube. Es una plataforma que desde bien pequeña me ha encantado. Te ofrece justo el tipo de contenido que es de tu preferencia, pero sabes que ahí también encontrarás de todo. Una herramienta que me ha servido tanto como para el entretenimiento y ocio, como para el aprendizaje en diversos ámbitos. El poder ofrecer todo esto, y compartir mis videos con cientos de usuarios, es algo que siempre me llamó la atención. 

Temáticas como estilo de vida, video blogs, viajes, moda o cosmética siempre me han gustado, y por mi cabeza siempre rondó la idea de sumarme a esta plataforma como creadora para poder hablar de todo ello. Además, la grabación y edición de estos vídeos, a pesar de ser un proceso largo en el que implicas muchas horas para unos minutos, es algo que me encanta. 

¿Y por qué me estás contando todo esto? Pues bien, lo hago por compartir con vosotros el motivo por el que he tardado tanto en dar este paso. Como todo en las redes sociales, cuando creas y subes contenido te expones a todo tipo de críticas, y comprendo que esto debe ser así, porque no a todo el mundo tiene por qué gustarle lo que haces. Aunque también soy de las que piensa que, si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada. 

Pero para ser sincera, lo que me ha hecho plantearme durante años si dar o no dar ese paso ha sido el qué dirán. Ser de un pueblo pequeño seguramente tenga algo que ver con eso. A pesar de que en la mayoría de los ámbitos de mi vida eso no me ha frenado, parece que en este tema concreto era una traba importante. Reflexionando conmigo misma el otro día llegué a la conclusión de que si esto era algo que me hacía feliz y que me encantaría poder hacer, ¿por qué no iba a hacerlo tan solo por lo que fueran a pensar un puñado de personas?

En ese punto recordé un vídeo que había visto, precisamente en YouTube, hace algún tiempo. En él, Will Smith comentaba cómo había sido su experiencia de tirarse en paracaídas por primera vez. Habla de como en algunas ocasiones el miedo se puede apoderar de nosotros hasta tal punto de que nos condiciona en el día a día. En dicho vídeo dice una frase, que titula este vídeo, y que desde que la escuché me ha marcado, por la cantidad de verdad que atesoran un puñado de palabras: “Las mejores cosas de la vida están al otro lado de tu miedo máximo”. 

Os dejo la charla completa para que podáis disfrutarla, merece la pena. También, por qué no, os dejo el primero de los vídeos que he creado para mi canal. Espero que os gusten ambos. ¡Que vaya bien!