
Las Ramblas, Barcelona
Querida Barcelona:
Hoy te ha tocado a ti ser el objetivo del movimiento más triste creado por la humanidad, ser el espejo en el que el mundo se ve reflejado, el motivo por el que la gente se une y deja de un lado sus diferencias. Porque, por desgracia, a día de hoy solo la violencia es capaz de unir corazones que luchen contra una misma causa, por paradójico que suene.
Pero por suerte, Barcelona, albergas en tus calles a gente solidaria, empática, que reconoce el sufrimiento del prójimo y quiere ayudar. Ayuda quien dona sangre, ayudan los psicólogos voluntarios que quieren ayudar a las familias afectadas, ayudan los taxistas que hacen carreras gratis, los negocios que abren sus puertas para acoger a gente asustada… Solidaridad que se desprende por todos los poros. Lo único que lamento es que no podamos ser igual de solidarios cada día del año, sin necesidad de una tragedia que nos empuje a ello.
Desde aquí, quiero dar gracias a todos aquellos que se la están jugando para ayudar a otros, pero sobre todo, quiero recordar a todos los que me leéis, que musulmán no es sinónimo de terrorista, otro error en el que caen muchas personas. No hagamos pagar a justos por pecadores, porque al igual que si un hombre mata a su pareja no hace que todos los hombres del planeta sean unos asesinos, unos hombres que justifican sus aberraciones al hecho de defender a una religión, no hace que todos los que la practiquen piensen igual.
Querida Barcelona, estamos contigo.